1ª parte
Introducción
Jean Etienne Dominique
Esquirol (1772-1840), una de los pioneros de la
moderna psiquatría (entonces se llamaban
alienistas) y principal discípulo de Pinel
había observado que las conmociones políticas
imprimen un sello singular a la locura:
"Cuando Bonaparte hizo reyes, hubo muchos
emperadores y reyes en las casas de los
locos". Igualmente durante las grandes crisis y revoluciones, determinadas personalidades que Emilio Mira denomina "tipos revolucionarios", se transforman en
conductores combativos y organizadores. Sin embargo, no son los
delirantes los que hacen la historia. El héroe
lo es no porque sus rasgos psicológicos impriman
características individuales a los grandes
acontecimientos, sino porque está dotado de una
fina intuición de las necesidades de una época,
surgidas éstas de causas externas a él mismo.
Ningún héroe o heroína escapa a las
contradicciones internas y externas. Por más
visionario que sea, no puede imponer a su época
relaciones que todavía no corresponden al
desarrollo social y espiritual de ese tiempo.
Orígenes,
niñez y adolescencia
Esto viene al caso de
nuestra historia, que es la existencia de Anne
Joséphine Terwarne, nacida en 1762 en la
pequeña aldea belga de Méricourt.
Su historia clínica nos ha
llegado a través de Esquirol, quien la describe
como un ejemplo de su especie
"lipemanía" y también del efecto de
"las pasiones del alma como extravíos de la
razón". Parecería que la Revolución
Francesa y el modernismo devienen un nuevo sujeto
histórico: la mujer.

Jean
Etienne Dominique Esquirol
Este sujeto, hasta entonces
desdibujada, sin voz, "costilla de
Adán", hace que por ejemplo, en un escrito
de la época la ignota Etta Plan, holandesa de
oscuros orígenes, sea considerada (1789)
"casi tan inteligente como un hombre".
Sus conferencias en la "Sociedad de Amigos
de la Verdad" obtienen una audiencia
llamativa. Pero volvamos a Théroigne.
El padre de la futura
heroína, empobrecido por los impuestos feudales,
decidió que Ana Josefina debía buscarse un
sustento y desde muy pequeña le impuso el oficio
de sirvienta. A los 14 años, Théroigne (ya
había comenzado a llamarse así) era una
jovencita delgada, de formas graciosas, nerviosa,
de larga cabellera castaña y ojos azules llenos
de sombras. Su aspecto suave, su voz profunda la
hacían aparecer como una joven muy por encima de
su condición. La separación de la familia fue
dolorosa para la muchacha, y es probable que para
esa época comience en su interior una exaltada
rebelión contra los hombres que ejercían sobre
ella un derecho de propiedad, cosificándola.

Ignoramos la relación con
su madre, aunque sospechamos que Théroigne
debió sentir una gran culpabilidad por escapar
del dominio de la madre y a la simbiosis
primigenia, asumiendo el componente viril de su
bisexualidad. Ignoramos también el trato que
recibió de sus amos, pero sospechamos que debe
haber sido tan duro como el que era habitual
hacia las jovenes sirvientas de su edad y
condición. Lo cierto es que un acaudalado,
anciano y libertino caballero inglés puso su
mirada en la joven y resolvió llevársela a
Inglaterra. Allí adoptará definitivamente el
nombre de Théroigne de Méricourt combinación
del Terwagne paterno con la madre tierra, lugar
de nacimiento.
Una prostituta ilustrada
Al morir su protector se
transforma en la heroína de alegres aventuras
mundanas. Su habilidad, inteligencia y herencia
le ayudan a conseguir amantes ricos y
aristocráticos. Sus formas de inicio delicadas
se perfeccionan, adquiere conocimientos, en una
época atravesada por las ideas de la
Ilustración. Aprende música, consiguiendo un
buen conocimiento. Se transforma de
"cenicienta" campesina en "mujer
ilustrada". Théroigne, que nunca había
estado en París, luego de vivir unos años en
Londres resuelve instalarse allí. La ciudad es
un volcán próximo a estallar, pero la joven no
advierte o no quiere advertirlo, continuando su
vida de cortesana, alegre y despreocupada. Pero
en su interior existe una escisión entre su
origen campesino y su feminidad negada y la vida
cotidiana. Sigue manteniendo relaciones con su
familia. Un hermano manifiesta vocación por la
pintura y la joven le facilita un viaje a Italia
y todos los gastos.
Arruina a sus admiradores
uno a uno, como si el espíritu de venganza se
hubiera refinado en un cálculo que le asegura
una renta permanente. Un admirador firmó en esa
época el siguiente documento: "Nicolás
Dovillet de Persant, hidalgo, marqués de
Persant, conde de Dens y de Pateau, se obliga a
abonar a la señorita Anne Théroigne, menor de
edad, cinco mil libras anuales de renta
vitalicia, pagadera en dos cuotas anuales. Este
convenio se firma en virtud de haber recibido el
marqués de Persant, arriba mencionado, la suma
de cincuenta mil libras de la señorita
Théroigne. Podrá librarse del pago de la renta
devolviéndole la suma mencionada".
Asegurada materialmente, dueña de una hermosa
casa, con sirvientes, carruajes y dinero,
igualmente parece sentirse inquieta y vacía.
Sigue en una búsqueda incansable.
Durante su estadía en
Inglaterra le descubrieron una voz poco común.
Fascinada, viaja a Italia para dedicarse al
estudio del canto. Pero en 1789, enterada de los
acontecimientos de Francia, abandona sus sueños
de "diva" y se apresura a regresar a
París.
Ruptura
"ontológica". La ciudadana Théroigne
Campesina pobre de origen
oscuro, cortesana devenida aristócrata, mujer
ilustrada y ahora ciudadana, no parece tener un
amarre fijo, posicionándose con entusiasmo en
cada rol. Parecería ir a la búsqueda de una
identidad nunca alcanzada. ¿Qué ha impresionado
a Théroigne para producir esta última ruptura
"ontológica"? Quizás la petición
entregada a la Asamblea Nacional donde las
mujeres declaran: "Ustedes anularon todos
los privilegios, anulen también los del sexo
masculino. Trece millones de esclavas llevan las
cadenas que les colocaron trece millones de
déspotas". La transformación es radical.
Su casa se transforma en una sala de reuniones,
hervidero de discusiones y propuestas.
Robespierre, Danton, Desmoulins, Mirabeau y Saint
Just visitan la caótica mansión devenida
"Club Revolucionario".

Théroigne se pone al
frente de un grupo de mujeres. El 14 de julio de
1789 aparece en la Toma de la Bastilla
abriéndose paso con una espada. Meses más tarde
dirige una muchedumbre de mujeres harapientas que
se dirigen a Versalles. Sus actitudes son sin
embargo criticadas para aquellos que en algún
momento la apoyaron. Por ejemplo para Condorcet
su esposa podía considerarse igual, y tomaba el
ejemplo de Aspasia junto a Pericles, en el Siglo
de Oro de Atenas. Pero no podía equipararse a
ello la chusma, mujeres analfabetas que olían
mal (o sea a todas las delicias de la pobreza...)
En octubre de ese mismo
año (1789) nuestra heroína logra que una gran
parte del ejército de Flandes se pase a la
Revolución. El día de la derrota monárquica,
casi sin recursos arroja sus últimas alhajas
sobre la tribuna del "Club des
Cordeliers" instando a las mujeres a hacer
lo mismo para apoyar los ejércitos de la
Revolución. Proclamada "La Primera Amazona
de la Libertad", en el Club es recibida con
las siguientes palabras: "Es la Reina de
Saba que viene a visitar al Salomón de los
distritos". Su elegancia no ha cambiado,
fastuosa en los salones, elocuente y arrolladora
en la calle, el pomo de su látigo es una cajita
llena de perfumes (Breton).

En 1790 es enviada a Lieja
para levantar al pueblo. La Revolución le ha
otorgado un grado militar. Funda una liga
revolucionaria, pero súbitamente desaparece sin
dejar rastros. Su hermano se alarma; alguien
sugiere que puede deberse a una causa romántica.
Pero en verdad, denunciada por un emigrado, es
arrestada por los austríacos en enero de 1791.
Le quitan su biblioteca, en la que figuran
Séneca, Cicerón, Horacio y Mably. Sus captores
escriben durante el proceso: "Su entusiasmo
fanático por todo lo que relacione con las ideas
de libertad, igualdad y fraternidad es bien
conocido". Finalmente el emperador Leopoldo
desea verla; queda fascinado por la exposición
de la singular prisionera y le concede
graciosamente la libertad.
