(las fechas
son "antes de nuestra era" salvo que se
diga lo contrario)
Safo
fue una poetisa griega que vivió hace unos 2.600
años en la Isla de Lesbos, situada en la ribera
oriental del Mar Egeo, y sobre cuya vida apenas
conservamos datos precisos. Se calcula su
nacimiento entre los años 630 y 612, mientras
que su muerte se fecha alrededor del 570, pero su
biografía apenas consigue tomar forma con la
poca información de que disponemos. No existe
ninguna fuente histórica contemporánea sobre su
vida aparte de sus poemas, y todo lo que sabemos
de ella procede de autores posteriores que no la
conocieron directamente. Esto ha contribuido a
rodear su figura de una nebulosa que la situa a
medio camino entre la realidad y la leyenda, lo
cual no ha hecho sino aumentar el interses sobre
su vida y su obra a lo largo de los siglos.
Grandes autores como Platón, Boccaccio,
Baudelaire, Lord Byron, Ezra Pound o Virginia
Woolf sintieron por ella gran admiración.
Parece ser que Safo nació
en la aldea lesbia de Eresos, aunque más tarde
se trasladó a la capital Mitilene, y que
procedía de una familia noble y adinerada. Su
padre era un próspero comerciante de vinos
llamado Skamandar, y tenía tres hermanos, todos menores que ella.
Safo y Erinne (Solomon, 1880)
Siendo aun una niña su
padre fue llamado a filas para la guerra entre
Lesbos y Atenas por la posesión de Sigui, una
pequeña colonia cerca del estrecho de los
Dardanelos. En esa guerra Skamandar murió. Con
el paso del tiempo, Safo fue quien hizo prosperar
aún más el negocio familiar, e introdujo a sus
hermanos menores en el conocimiento del mismo.
Además de su actividad
literaria y artística, Safo participó
asiduamente en las luchas polítcas que tuvieron
lugar en Lesbos, y cargó muy duramente contra el
tirano Pítaco. Parece ser que incluso estuvo
implicada en una conspiración para matarlo,
junto a Alceo y otros camaradas, y que
descubierta esa conspiración, Pítaco les mando
arrestar. Aunque finalmente les perdonó la vida,
a cambio hubieron de partir al exilio. Esto ocurrió en torno al año 593
Es importante aclarar que
la política de esta época viene marcada por el
enfrentamiento entre dos sistemas de gobierno: la
democracia y la aristocracia. Sin embargo esa
democracia no tenía nada que ver con lo que hoy
entendemos por democracia (¿o sí?), ya que en
la práctica (y salvo excepciones) consistía en
tiranos que adquirían su autoridad haciéndose
ricos y comprando los votos necesarios para
hacerse con el poder. A parte de esto, en
realidad solo tenía derecho a voto una parte
mínima de la población. En este sentido la
posición de Safo a favor de la aristocracia debe
entenderse casi como una actitud rebelde.
Safo (Charles-Auguste Mengin, 1867)
Se sabe que a continuación
vivió en Siracusa (Isla de Sicilia) durante al
menos seis años. El exilio resultó bastante
positivo para su desarrollo intelectual, pues le
permitió viajar e ilustrarse con el contacto de
otras culturas. En Siracusa se casó con
Kerkilos, un rico mercader con el que tuvo una
hija llamada Kleis, y se convirtió en el centro
de la vida cultural y artística de esta ciudad.
Su marido era un hombre ya mayor y murió al poco
tiempo, dejándole una gran herencia.
Al cabo del tiempo Pítaco
levantó el castigo, y Safo pudo regresar a
Lesbos, lo mismo que Alceo y los otros
conspiradores. En realidad estos acabaron
respetando a Pítaco, que despues de todo fue un
buen gobernante, hasta el punto de que cuando
este murió la propia Safo tuvo palabras
elogiosas para él en su funeral.
En Lesbos Safo fundó una
especie de escuela o academia, al estilo de
Platón, en la que enseñaba arte, canto, danza y
literatura, a un grupo de mujeres jóvenes. Para
todas estas chicas hubo odas nupciales compuestas
para ellas cuando se preparaban para casarse.

Safo y Faón (Jacques-Louis David, 1809)
Se sabe que Safo amó tanto
a mujeres como a hombres, algo que entre los
antiguos griegos se consideraba aceptable, y en
sus versos cantó su amor hacia las mujeres sin
tapujo alguno, lo cual hizo que a lo largo de los
siglos bastantes detractores se referieran a ella
de forma despectiva. Como es bien sabido el
nombre Safo dió origen al término sáfico,
mientras el lugar de su nacimiento, Lesbos, es el
origen del término lesbianismo.
Conocemos los nombres de
algunas de sus amadas, pues tuvo muchas:
Anágora, Eunica, Gongila, Eranna, Telesipa,
Andrómeda, Megara, Gorgo... pero su alumna
favorita siempre fue Atthis. Cuando la familia de
Atthis decidió retirarla de la enseñanza para
casarla con un muchacho, la poetisa, pesarosa por
la separación, escribió el doloso poema El Adiós a Atthis.
Casi toda su poesía está
dedicada a mujeres, y alguna a sus hermanos. En
total escribió nueve libros de odas, epitalamios
o canciones nupciales, elegías e himnos, pero
apenas se conserva una mínima parte de ellos. Su
poema más importante es la Oda a
Afrodita. También conviene anotar que, ya en pleno siglo
XX se descubrió un papiro con seis fragmentos de
sus poemas y la Oda a las Nereidas.
Originalmente escribió sus
obras en el dialecto aeólico, y sus poemas
fueron copiados repetidamente a lo largo del
tiempo en las epocas griega, romana, bizantina,
etc. Parece ser que en el año 1.073 d.c. el Papa
Gregorio VII ordenó quemar todos los manuscritos
con los poemas sáficos, considerados inmorales y
pecaminosos, con lo que se perdió para siempre una parte de su obra.
A partir de su obra
conocida sabemos que Safo rendía culto a
Afrodita, la diosa del amor y de la belleza. Su
poesía se caracteriza por su sencillez,
intimismo y sentimiento. Los versos son tan
apasionados como simples, y dejan clara
constancia de su atracción y relación con otras
mujeres, aunque hay que decir que Safo también
tuvo amantes masculinos, especialmente el poeta
Alceo, del que habla en sus poemas.

Safo y Alceo (Lawrence Alma-Tadema, 1881)
Su obra más destacada es,
como ya hemos dicho, la Oda a
Afrodita, en la cual Safo, hablando en primera persona,
pide a la diosa que le sean otorgados los amores
de alguien. Para Safo Afrodita es la diosa que
concede los favores amatorios, es la confidente,
la que intercede, la que acude cuando el
sentimiento amoroso conduce a la locura.
La obra sáfica es por lo
tanto revolucionaria en cuanto estructura una
visión de mundo desde el paradigma femenino,
subvirtiendo la mirada masculina que
caracterizaba la Edad Arcaica. El mundo heroico,
brusco y fuerte de la poesía épica y las gestas
militares del pasado, da paso a uno sensible,
delicado y suave, es decir, femenino. Safo adopta
en su obra una posicion subjetiva, tomando como
objeto de su arte su propia interioridad; vaciaba
su propia alma en el molde de los versos, para
que los demás nos identificáramos o nos disociáramos de ella.

La cama de Safo (Charles Gleyre, 1867)
Sus poemas llevaban el
sello característico personal de una Safo que
nunca imitó a nadie, y que buscaba la
perfección simple y la belleza más exquisita,
todo plagado de intensidad y sentimiento. Su gran
conocimiento de la música y la danza le
permitieron crear ritmos y metros nuevos,
especialmente la conocida como estrofa u oda
sáfica, que consiste en tres endecasílabos y un
adónico final de once sílabas.
Es importante agregar que
las composiciones líricas de los antiguos
griegos no se hacían unicamente para ser
leídas, sino para ser cantadas y acompañadas
por algún instrumento musical ya fuere la
flauta, la lira o la cítara. Así, el poeta o la
poetisa creaba el poema y también componía la
música y, en el caso de Safo, célebre danzante,
hasta los pasos de la danza para acompañarla.
Sobre la muerte de Safo
también circula la leyenda de que tras ser
rechazada por un joven marino, se suicidó
arrojándose desde un acantilado en la Isla de
Léucade. Sin embargo esto no tiene mucha
credibilidad, pues no se corresponde con la
personalidad de una Safo ya madura y que en sus
últimos poemas se muestra como una mujer en paz
consigo misma y con la naturaleza que la rodea.
En muchos lugares de la
antigua Grecia, la mujer gozó prácticamente de
todos los derechos que tenían los hombres. Estos
beneficios también incluyeron a Lesbos, que como
isla de tránsito, recibía la influencia de
varias culturas que le daban un aspecto bastante liberal y cosmopolita.
Sin embargo en Atenas no
ocurría así, sino más bien al contrario, y por
eso Safo comenzó a recibir los primeros
descalificativos ya en vida, por parte de
diversos autores principalmente de Atenas, una
sociedad donde solamente las cortesanas
(hetairas) tenían acceso a la cultura y la vida
social, mientras el resto se quedaban en casa sin
poder optar a una educación y ocupándose de las
labores domésticas. Esto nos da una idea del
pensamiento con el que Safo fundó su academia,
en un acto de llevar la contraria a las ideas atenienses.
Estatua de Safo en Mitilene
A menudo los historiadores
y la propia literatura han dejado de lado a Safo,
aunque en Grecia después de su muerte se
llegaron a acuñar monedas y erigir estatuas con
su imagen, y el mismísimo Platón la adoraba y
se refirió a ella como la Décima musa. Sin
embargo muchos autores posteriores la
despreciaron e injuraron, a pesar de lo cual ella
ha conseguido ser inmortal, y junto a Aspasia de Mileto es sin duda la mujer más importante de la Grecia Clásica.
A un nivel más particular,
sus poemas suponen todo un guiño para las
lesbianas de todo el mundo, y es en la época
actual, cuando el movimiento LGBT experimienta un
auge sin precedentes, cuando Safo vuelve a ser
revisitada y reivindicada, por el ejemplo que
suponen su vida y su obra para las mujeres en
general y las lesbianas en particular.
De
ella ver quisiera su andar amable
Y la clara luz de su rostro antes
Que a los carros lidios o a mil guerreros
Llenos de armas...
La luna luminosa huyó con las Pléyades.
La noche silenciosa ya llega a la mitad
La hora ya pasó y en vela sola en mi lecho,
suelto la rienda al llanto sin esperar piedad.