2ª parte
La ruptura con Kautsky
En 1910 se
produce un grave altercado con Karl Kautsky,
que se negó a publicarle un artículo sobre la
huelga general en "Neue Zeit" por
censura de la dirección del SPD. El tema volvía
ser tabú para los reformistas e incluso Kautsky,
que había alabado antes el criterio de
Luxemburgo, escribió un artículo criticándola
de manera desairada. Otros medios
socialdemócratas también se negaron a
publicarlo. Luxemburgo rompe la relación
personal y familiar que le unía a la familia
Kautsky y, por supuesto, rompe políticamente con
éste de manera definitiva, abriendo las tres
alas del SPD: la revisionista, la revolucionaria
y la centrista, en la que se instaló
definitivamente Kautsky como un renegado del
movimiento obrero.
En esta
polémica con Kautsky, aunque indirectamente,
intervino también Lenin que, como ya había
sucedido antes con Plejanov y Engels, tomó
partido contra Rosa Luxemburgo, aunque no
tardaría en darse cuenta de su error y
rectificó públicamente. Luxemburgo fue la
primera dentro del movimiento obrero en
apercibirse de las torcidas posiciones que
comenzaba a tomar Kautsky. La traición abierta
de los revisionistas se estaba fraguando ya...

Alemania
comenzaba a entrar abiertamente en la pugna
colonial con las grandes potencias en Marruecos,
los Balcanes y otras regiones del mundo, para lo
que desató también el militarismo y el rearme
de sus tropas. Luxemburgo comenzó a estudiar en
profundizar las cuestiones militares y a escribir
artículos contra una guerra ya previsible a
todas luces.
La campaña contra ella arreció, no sólo en los
medios más reaccionarios, sino también en las
propias filas del SPD. Cuando preparaban a toda
prisa una guerra de las más carniceras de la
historia, Luxemburgo era presentada por la prensa
como "la polaca sanguinaria". Se le
abrió un primer juicio por incitación a la
insubordinación de las tropas. En el juicio dio
muestras de valentía y arrojo: no se defendió
sino que comenzó a acusar al belicismo alemán.
El fiscal pidió un año de prisión y el
encarcelamiento inmediato; la revolucionaria le
espetó que si al fiscal le pidieran un año de
cárcel huiría, pero ella no iba a echar a
correr: podían encarcelarla o hacer con ella lo
que quisieran porque no claudicaría jamás de
sus convicciones.
Su condena
levantó una oleada de indignación y sus
conferencias estuvieron más concurridas que
nunca. Se iniciaba así la denuncia del
militarismo, el rearme y la guerra imperialista.
Publicó
otro artículo sobre los malos tratos que los
oficiales y mandos del ejército propinaban a los
soldados, y se le abrió un nuevo proceso por
"injurias al ejército". Al juicio se
presentaron 30.000 familiares de soldados que
estaban dispuestos a acreditar la veracidad de
los malos tratos. Esta vez no les quedó más
remedio que retroceder...
En su
denuncia del militarismo Rosa Luxemburgo
encontró a un aliado fiel, uno de los pocos
parlamentarios del SPD que se unió estrechamente
a ella para siempre en la lucha: Karl Liebknecht, hijo de Wilhelm Lieknecht, uno de los fundadores de la socialdemocracia alemana. Karl Liebknecht era abogado y había dirigido
la sección juvenil de la Internacional. Ya en
1906 había publicado un libro dedicado a la
juventud titulado "Militarismo y
antimilitarismo". Al año siguiente fue
condenado a un año y medio de cárcel por
"alta traición", algo que no se
conocía desde hacía décadas en Alemania, lo
que le dio un enorme prestigio. A la salida de la
cárcel se incorporó a la dirección del SPD y
fue elegido diputado en 1908.

Cartel propagandístico bastante curioso en que podemos ver a Rosa Luxemburgo
y a Clara Zetkin encarceladas por su actividad antibélica. Desde dentro de la
carcel su
servicio a la causa fue aun mayor si cabe
Había
otro punto de unión clave entre Luxemburgo y
Liebknecht: el internacionalismo. Karl
Liebknecht trabajaba clandestinamente para los
bolcheviques desde Alemania y defendió a los
presos políticos rusos en el famoso
"proceso Königsberg", que se
convirtió en una espectacular acusación
pública de los bolcheviques contra la autocracia
zarista. Se movía con un pie en los tribunales y
los escaños parlamentarios y otro en la
clandestinidad.
Para su
rearme, Alemania necesitaba incrementar los
presupuestos de guerra en el parlamento, por lo
que el SPD no tardó en demostrar su
colaboracionismo con los militaristas y votó a
favor de ellos. Liebknecht votó también a
favor, obligado por la dirección del partido.
Evidentemente
la situación era intolerable. Lenin hacía ya
diez años que había roto con los oportunistas,
pero los revolucionarios alemanes seguían
manteniendo una unidad ficticia. La Internacional
había dejado de existir de hecho. ¿Qué clase
de internacionalismo era ese que llamaba a los
obreros a asesinar a sus compañeros de clase en
nombre de los apetitos coloniales de la
burguesía? La unidad no se podía mantener,
había que empezar a denunciar ya al propio SPD y
crear una organización verdaderamente
revolucionaria.
Hubo una
segunda votación parlamentaria sobre el mismo
tema para ampliar los presupuestos militares, y
esta vez Liebknecht se quedó sólo con su voto
contrario, de pie sobre su escaño, todo un
símbolo. Pero símbolo de aislamiento entre los
medios burgueses y bandera de lucha, al mismo
tiempo, en las calles: había alguien que estaba
dispuesto a enfrentarse al chovinismo feroz y a
la carnicería.
En 1914
los dos revolucionarios crean el "Frente
Revolucionario Antibelicista" y al año
siguiente Luxemburgo comienza la edición de una
revista al margen del partido: "La
Internacional". En torno a ella se agrupan
los cuadros más honestos de la socialdemocracia,
los revolucionarios inquebrantables, los
militantes fieles hasta el final: Clara Zetkin,
Karl Liebknecht, Franz Mehring y León
Jogiches, entre otros.
Pero la
reacción prohibe "La Internacional",
del que no se difunde más que su primer número,
y cuando el 19 de febrero de 1915 Rosa Luxemburgo
se apresta para acudir a Holanda para participar
en una reunión internacional de mujeres en
compañía de Clara Zetkin, es detenida una vez más.
En
prisión comienza la redacción los folletos
Junius, criticados por Lenin, así como la
"Anticrítica", una respuesta a quienes
habían criticado su libro "La acumulación
de capital". Pero arrojó algo a la cabeza
de un carcelero y fue sometida a aislamiento,
incomunicada y nuevamente condenada por ello. En
julio es detenida también Clara Zetkin y, con
Liebknecht en el frente, el movimiento contra la
guerra imperialista aparece descabezado.

Sellos de la RDA, con la
imagen de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo
Renace Espartaco
En enero
de 1916 el sector antimperialista del SPD se
agrupó como facción dentro del partido
socialdemócrata bajo el nombre de Espartaco, en
memoria del jefe de la rebelión de los esclavos
romanos.
Un mes
después Rosa Luxemburgo sale de la cárcel y
redacta "La crisis en la
socialdemocracia", que se publica
clandestinamente con el nombre de Junius.
Indudablemente la socialdemocracia estaba crisis,
pero Luxemburgo seguía sin comprender la
necesidad de crear un partido nuevo. Seguía
confiando en poder trabajar desde dentro de la
socialdemocracia.
Reintegrada
a la lucha revolucionaria, los espartaquistas
convocan una manifestación contra la guerra el
1º de mayo en Berlín. Fue la primera
demostración de oposición a la guerra. Se
había dado el primer paso, pero durante la
celebración de la misma, la policía detuvo a
Liebknetcht. En medio de un gran escándalo y
numerosas luchas, el Parlamento concedió el
suplicatorio para que pudiera ser juzgado por un
tribunal militar, que le condenó a cuatro años
de cárcel. Sus palabras ante los verdugos
merecen ser recordadas: "Ningún general
vistió nunca el uniforme con tanto honor como
voy yo a vestir ahora el traje de
presidiario". Los revolucionarios alemanes
seguían dando muestras de coraje y
determinación de seguir en la lucha ante el
final.
El 10 de
julio vuelve a ser detenida Rosa Luxemburgo y,
tras ella, Franz Mehring, el anciano dirigente
socialdemócrata, amigo de Marx y Engels. Con
ellos van a prisión también numerosos
militantes espartaquistas, quedando el trabajo de
la facción a cargo de León Jogiches, hasta que
fue a su vez detenido en marzo de 1918.
Esta vez
Luxemburgo no tendría juicio y permanecería
indefinidamente secuestrada y trasladada de una
cárcel a otra. En esa situación le llega el eco
de Octubre y escribe una obra "La
revolución rusa" de las que sólo se
conservan algunos fragmentos, publicados
bastantes años después de su muerte. En ella
encontramos expuestas muchas de las ideas que
compartía con los leninistas y sigue atacando a
los reformistas, que consideraban que la
revolución de Octubre era algo puramente
nacional, un fenómeno local exclusivo de Rusia:
"El
partido de Lenin fue el único que comprendió el
mandamiento y el deber de un partido
auténticamente revolucionario, el único que
aseguró el avance de la revolución gracias a la
consigna: todo el poder al proletariado y al
campesinado"
Mientras
tanto, en las calles la euforia incial chovinista
fue dejando paso a la desmoralización, al
descontento, a las manifestaciones y a las
huelgas. Fruto de esas primeras luchas
espontáneas, se promulga el 20 de octubre una
amistía que permite a Liebknecht abandonar la
cárcel, mientras Luxemburgo continuó en ella,
ya que no había sido juzgada ni condenada.
La marina
se amotinó y estalló una huelga general. En
Kiel se constituó el primer consejo de obreros y
marinos de la flota de guerra, hasta que el
movimiento insurreccional, empujado por el
entusiasmo de la revolución rusa, se generaliza
y llega a Berlín. El emperador abdica, el
gobierno dimite y la socialdemocracia llega al
poder para sofocar la rebelión y lograr que los
obreros vuelvan a las fábricas. Desde la
clandestinidad, Liebknecht se precipita y
proclama la República socialista. Algunas
cárceles son asaltadas; Jogiches es liberado por
los obreros a punta de bayoneta y también
Luxemburgo sale de su reclusión el 8 de
noviembre.

Karl Liebknecht
A ella y a
sus compañeros le quedaban sólo dos meses de
vida y el estado de salud de Luxemburgo se había
agravado preocupantemente, lo que no le impidió
incorporarse a la lucha: "Espero morir en mi
puesto, en una batalla callejera o en una
prisión", había dejado escrito. Los
espartaquistas asaltan tres periódicos burgueses
y en sus rotativas comienzan a editar de nuevo
Bandera Roja el 18 de noviembre, con Luxemburgo
como redactora-jefe.
Pero la
socialdemocracia se reunió pronto con los jefes
del ejército para diseñar el aplastamiento de
la insurrección por la fuerza de las armas. No
escatimaron ningún medio, desde la guerra
sicológica en la prensa burguesa hasta el
armamento de bandas de mercenarios y criminales.
El 6 de diciembre la reacción pasó a la
ofensiva: 200 mercenarios asaltaron la redacción
de Bandera Roja y las manifestaciones comienzaron
a ser tiroteadas. Al día siguiente Liebknecht
fue detenido y cuando iba a ser asesinado logró
escapar de sus captores.
Aún
logró reunirse el Consejo de Obreros y Soldados
el 16 de diciembre, pero en lugar de lanzarse al
asalto del poder, se plegaron a las próximas
elecciones. El contraste con la revolución de
octubre no podía ser más llamativo. ¿Qué
estaba fallando en Alemania? ¿Qué la
diferenciaba de Rusia? La única diferencia
estaba clara: en Alemania no existía un partido
bolchevique, la vanguardia, y quienes debían
construirlo no habían comprendido su necesidad.
Este fallo condujo al fracaso de la revolución y
a la muerte de quienes habían cometido tan grave error.

Revolución
Alemana de 1918-1919
Karl Liebknecht dirigiéndose a las masas
La fundación del
Partido Comunista alemán
Lejos de
constituir un partido, Espartaco era un
conglomerado de comités locales agrupados al
calor de la revolución de Octubre y en torno a
la lucha contra la guerra imperialista. No era
ese Estado Mayor de la revolución, esa tropa
disciplinada capaz de ponerse a la cabeza del
movimiento y conducirlo a la victoria. Cuando en
1917 Kautsky fundó el Partido Socialdemócrata
Independiente, Espartaco se unió a él como
facción con su propio programa y su prensa.
Seguían a remolque de los reformistas, amarrados
a una organización que también formaba parte
del gobierno reaccionario burgués.
Cuando los
espartaquistas exigieron la celebración de un
nuevo Congreso y los cabecillas socialdemócratas
se negaron, actuaron por su cuenta: convocaron el
Congreso y junto con un grupo próximo a los
bolcheviques, crearon el KPD, el primer Partido
Comunista, aunque también distaba mucho mucho de
constituir realmente una verdadera organización
comunista cohesionada.
Era ya el
29 de diciembre de 1919, la reacción había
pasado a la ofensiva y a los dirigentes del nuevo
partido les queaban sólo unos pocos días de
vida. Los obreros estaban armados pero no estaban
organizados ni entrenados para la lucha militar.
La reacción asaltó la prensa revolucionaria y
la sede del KPD, mientras señalaban a voces a
los jefes de la insurrección para justificar su
eliminación, ofreciendo una gran recompensa
económica a quien los asesinara. Junto a
Jogiches detuvieron a una militante a la que
confundieron con Rosa Luxemburgo y la amenazaron
claramente de muerte. Tanto Luxemburgo como
Liebknecht fueron avisados del inminente peligro
pero se negaron rotundamente a abandonar y a
huir. Liebknecht pronunció una palabra, que
luego se ha hecho famosa:
"¡Trotzalledem!", ¡Adelante a pesar
de todo!"
Los
acontecimientos se precipitaban. El 15 de enero
fueron detenidos Karl Liebknecht y Wilhelm
Pieck y, poco después, Rosa Luxemburgo. Los tres
fueron trasladados al hotel Eden de Berlín. De
ahí, a culatazos, Liebknecht fue introducido en
un vehículo que tomó la carretera hacia la
cárcel de Moabit, deteniéndose en un tramo
oscuro y solitario de la misma. Le sacaron casi
inconsciente del vehículo y le dispararon a
quemarropa asesinándolo. Luego llevaron su
cadáver a un centro asistencial donde lo dejaron
como desconocido. La prensa dijo que murió al
tratar de huir.

Rosa Luxemburgo
También a
Rosa Luxemburgo la sacaron del hotel poco
después y le destrozaron el cráneo de dos
culatazos. Moribunda, su cuerpo fue arrojado
dentro de un vehículo; otro mercenario le
propinó un tercer golpe en la cabeza con su
fusil y un teniente le dio el tiro de gracia,
siendo su cadáver arrojado al Landwehrkanal,
donde fue enconrado bastantes semanas después.
La prensa dijo que había sido linchada por la multitud.
Pieck
logró huir y continuó la lucha hasta fundar la
República Democrática Alemana. Pero Mehring, el
veterano dirigente del proletariado alemán, no
pudo superar la noticia y falleció. El 10 de
marzo León Jogiches murió de los disparos de un
carcelero "al tratar de huir", dijo la
prensa reaccionaria.
El camino
al nazismo estaba abierto. La socialdemocracia
había creado el precedente y enseñó el método
para acabar con la revolución: asesinar a los
dirigentes del proletarado, encarcelar a los más
rebeldes, torturar e infundir pánico. La casa de
Rosa Luxemburgo fue saqueada por la tropa y sus
escritos arrojados a la hoguera. Cuando su cuerpo
no había aparecido, los obreros aún confiaban
en su regreso, en que aparecería viva para
insuflarles nuevos ánimos y orientarles en sus
batallas. Pero sólo apareció su cadáver
horriblemente martirizado.
Luxemburgo,
Liebknecht, Jogiches, Mehring... son sólo los
nombres más conocidos, los que abrieron el
camino. Con ellos cayeron en las calles miles de
obreros insurrectos, fusilados sin
contemplaciones por mercenarios a sueldo de un
burguesía ávida de riquezas. Otros muchos
inauguraron los primeros campos de
concentración, pero todavía hay una pintada en
los muros de los barrios obreros alemanes que es
muy comun: "¡Trotzalledem!".
Demuestran así que toda la sangre vertida no ha
caido estérilmente y que otros han tomado el
relevo en la lucha por una sociedad distinta, sin
explotación y sin opresión.

Rosa Luxemburgo
El águila del
proletariado internacional
Rosa
Luxemburgo es la mujer cuyo papel en la lucha y
en la elaboración teórica del comunismo ha sido
más importante dentro de la historia del
movimiento obrero internacional. Su
extraordinaria inteligencia, empuje y capacidad
-hablaba once idiomas- fueron razones para que
pronto destacara como uno de los principales
dirigentes de la socialdemocracia internacional.
Consagró su vida a la educación
internacionalista del proletariado a través de
artículos de prensa, conferencias, escuelas
obreras e impresionantes discursos, en los que
destacó como una agitadora brillante, y
apasionada. Sus escritos son una aguda defensa
sin concesiones de la revolución proletaria y de
la honestidad en el compromiso político revolucionario.
Lenin se
refirió a ella como una "representante
destacada del proletariado revolucionario y del
marxismo sin falsificaciones" en su
artículo escrito en 1920 "Una contribución
a la historia de la cuestión de la
dictadura". Con gran emoción Lenin
escribió sobre ella: "Aunque las águilas
precipitándose desde lo alto, puedan volar más
bajo que las gallinas, éstas por más que
desplieguen sus alas, nunca pueden llegar a las
nubes". Efectivamente, ninguno de los
numerosas escritos de Rosa Luxemburgo son banales
o superficiales; en todos ellos resplandece su
propia personalidad, en todos ellos está
acuñada su personalidad y su originalidad. Por
eso desprenden una luz distinta y en ellos
siempre se aportan puntos de vista novedosos,
distintos, singulares.


Cartel de "Rosa
Luxemburg", película de 1986 con Barbara Sukova de protagonista
