1ª
parte
"El nivel de
civilización a que han llegado diversas
sociedades humanas está en proporción a la
independencia de que gozan las mujeres", escribió Flora
Tristán, precursora del feminismo, quien con
mente lúcida y adelantándose a su época
reclamó la participación de la mujer en todos
los niveles e instancias de la sociedad a fin de
lograr su liberación e igualdad.

Flora
Tristán nació en París el 7 de abril de 1803,
en plena época napoleónica. Era hija del
coronel Mariano Tristán y Moscoso, aristócrata
peruano oriundo de Arequipa y que servía en los
ejércitos del rey de España, y de una dama
francesa llamada Anne-Pierre Laisnay. Ambos se
habían conocido en Bilbao, España.
Tuvo una
primera infancia de lujo, y su casa era visitada
por personajes importantes, entre ellos el
mismísimo Simón Bolivar, que luego sería el
Libertador.
Sin
embargo el padre nunca reconoció legalmente a
Flora, y de hecho su padre y su madre nunca
estuvieron casados. Por eso, aunque en vida les
proporcionó todas las comodidades que le
permitía su fortuna, a su muerte en 1808, siendo
Flora una niña, y sin haber hecho testamento, la
familia quedó prácticamente en la indigencia.
Flora,
junto a su madre y su hermano menor, se vieron
obligados a dejar la hermosa mansión de
Vaugirard donde vivían, para vivir en el campo.
A la muerte del hermano menor, Flora y su madre
regresaron a París, en 1818, y vivieron en la en
uno de los barrios más pobres de la ciudad, en
los alrededores de la Plaza Maubert.
Por eso
desde muy joven Flora tuvo que ponerse a
trabajar. Con los pocos conocimientos de pintura
que había aprendido, Flora ingresa como
colorista en el taller de litografía de André
Chazal, quien se enamora perdidamente de la joven
obrera. Flora, presionada por su madre, acepta
casarse para salir de la pobreza. El matrimonio
se celebro el 3 de febrero de 1821.

Flora y
André tuvieron tres hijos. Uno de ellos, Aline
Marie, será la futura madre del pintor
impresionista Paul Gauguin. Pese a todo fue un
matrimonio desgraciado que se disolvió años
después a causa de los celos y los malos tratos.
De esta época nació en Flora la convicción de
que el matrimonio era una institución
intolerable, un trato comercial en el que una
mujer era vendida a un hombre y convertida poco
menos que en una esclava de por vida. E hizo
brotar en ella, asimismo, un instintivo rechazo
de la maternidad y una desconfianza profunda
hacia el sexo, en los que presentía otros tantos
instrumentos de la servidumbre de la mujer, de su
humillante sujeción al hombre.
Decepcionada
del matrimonio y sofocada por una relación
sórdida, en 1825 abandonó el hogar, dejó a sus
hijos al cuidado de su madre y se empleó como
doncella de una familia inglesa. Gracias a eso
tiene la oportunidad de viajar a Suiza, Alemania
e Inglaterra.
En esta
epoca tuvo problemas por su situación legal, ya
que abandonar el hogar era considerado ilegal en
esa epoca, y su marido André Chazal la
perseguía, e incluso llegó a agredirla en plena
calle.
En 1833
decide viajar a Perú con el fin de reclamar la
herencia paterna y esclarecer todo lo relacionado
con su situación familiar. Flora escribe a su
tío Pío Tristán, hermano menor de su padre,
anunciando su viaje con estas significativas
palabras: He nacido en Francia,
pero soy del país de mi padre. Viajo con la
esperanza de encontrar en el Perú una posición
digna que me haga entrar de nuevo en la sociedad
y de refugiarme en el seno de mi familia
paterna.
El 7 de
abril de 1833, día en que cumple 30 años, se
embarca en el buque "El Mexicano" en
Burdeos. El barco estaba comandado por el
capitán Zacharie Chabrié, con el que tiene un
breve romance durante el viaje. La travesía dura
casi cinco meses, en el barco viajaban dieciseis
hombres y Flora era la única mujer.

Una vez
llegó a Arequipa, si bien la familia paterna le
ofreció alojamiento, sus objetivos en este viaje
se vieron frustrados ya que la recibieron con
frialdad y desde luego no quisieron saber nada
del tema de la herencia, pues su tío se negó a
considerar a Flora como su sobrina legítima en
el terreno de los intereses económicos.
Permaneció
ocho meses en la casa, y la sensación de fracaso
se expresa en la siguiente frase: Vine
a buscar un lugar legítimo en el seno de una
familia y de una nación, pero tras ocho meses de
ser tratada como una extraña en la casa de mis
tíos era evidente que no había ganado ningún
estatus dentro de mi familia paterna
Tras su
estancia en Arequipa estuvo unos dos meses en
Lima, la capital de Perú, donde se relaciona con
figuras políticas de la época, hasta que en
julio de 1834 emprende el viaje de regreso a
Francia.
Todo este
periodo quedó reflejado en su obra Peregrinaciones de una Paria
(1837) donde recoge, con un auténtico sabor
romántico, sus impresiones durante el viaje a
Lima y Arequipa, en un país tan distinto del
suyo, que comenzaba apenas su historia de
república independiente, y donde las
instituciones, los prejuicios y formalismos de la
era colonial se conservaran casi intactos. En el
libro trazaría un formidable retrato de aquella
sociedad feudal y violenta, de tremendos
contrastes económicos y abismales antagonismos,
raciales, sociales y religiosos, de sus conventos
y su religión cargada de idolatría, y de su
caudillismo político.
También
cuenta la historia de Francisca Zubiaga de
Gamarra, apodada "La Mariscala", y
esposa del mariscal Gamarra, héroe de la
independencia peruana, a quien Flora conoció
personalmente y que representaba un caso de mujer
emancipada y activa, capaz de penetrar en los
dominios tradicionalmente considerados como
exclusivos del hombre. "La Mariscala",
además de tomar importantes decisiones de
gobierno, eclipsando incluso a su marido,
combatía a caballo e incluso dirigía las tropas
en en campo de batalla. Sin duda este personaje
debio ejercer gran importancia en las
convicciones feministas de Flora Tristán.

De regreso
a Francia a principios de 1935, Flora Tristán
dio inicio a un periodo de su vida marcado por
una intensa actividad política y literaria. La
Flora Tristán de estos años tiene poco que ver
con la de antes del viaje a Perú. Ahora es una
mujer resuelta y segura de sí misma, rebosante
de energía, que se multiplica para informarse y
educarse, y hacerse de una cultura que le permita
dar la batalla intelectual en favor de la mujer y
la justicia que es su nuevo designio. Sus
campañas a favor de la emancipación de la
mujer, los derechos de los trabajadores y en
contra de la pena de muerte, la convirtieron en
una figura reconocida y muy querida, tanto en
ambientes intelectuales como obreros.
A la vez
que escribe Peregrinaciones de una
paria, se relaciona con grupos sansimonianos,
fourieristas y otros críticos del sistema.
También comienza a colaborar en publicaciones
importantes, como la Revue de Paris, L'Artiste y
Le Voleur. Escribe un folleto proponiendo crear
una sociedad para prestar ayuda a las mujeres
forasteras que lleguen a París, firma
manifiestos pidiendo la supresión de la pena de
muerte y envía a los parlamentarios una
petición a favor de legalizar el divorcio.
Al mismo
tiempo, estos años están marcados por una
guerrilla particular, legal y personal, contra
André Chazal, que hasta en tres oportunidades
secuestra a sus hijos. En una de ellas, la menor,
Aline, lo acusa de intentar violarla, lo que
provoca un sonado proceso y un escándalo social.
La publicación de Peregrinaciones de una paria
en 1837, fue recibido con gran éxito, e hizo de
Flora una persona muy conocida, que frecuentaba
los salones y se codeaba con intelectuales,
artistas y políticos de renombre. Incapaz de
resistir la humillación de ver a su mujer
triunfar de este modo, André Chazal intenta
asesinarla en plena calle, disparándole a
bocajarro, aunque por suerte solo consiguió
herirla. Él fue condenado a veinte años de
carcel, y al menos así pudo Flora quitárselo de
encima.

Flora Tristan y Paul
Gaugin, su futuro nieto
Flora
Tristán hubiera podido instalarse en esa
prestigiosa situación alcanzada y dedicar el
resto de su tiempo a apuntalarla, escribiendo y
actuando en los círculos intelectuales y
artísticos parisinos que le habían abierto las
puertas. Podría haber sido tal vez como George
Sand, que siempre miró a la advenediza Flora
Tristán por encima del hombro.
