"Dejen
a los hombres vivir como esclavos si así lo
desean. Yo no lo haré"
Boadicea, Reina de los Iceni
Boadicea (o Boudica) nació alrededor
del año 30, en la tierra de los iceni, que
pertenecían a la cultura celta. Los iceni
vivían en la antigua región de Anglia del Este,
en las tierras más orientales de la isla de Gran
Bretaña. Su nombre significa "victoria", por
lo que estaba destinada desde el inicio de su
vida al poder y al triunfo.
Para esa época, Roma había invadido dos veces
Gran Bretaña, gracias a Julio César, en el 55 y
en el 54 a. C. En el último ataque logró la
sumisión de seis poderosas tribus, entre las que
se encontraban los iceni. Tras las conquistas de
Julio César estas tribus se dedicaron al
comercio con los pueblos latinizados de Galia,
aunque otras tribus se resistieron al yugo romano
durante algún tiempo más.
Los iceni lograron una independencia casi total,
pagaban tributo al Imperio Romano y no eran
molestados por nadie. Su rey era Prasutagus,
quien en el año 48 o 49 se casó con Boadicea,
de manera que ella se convirtió en la reina de
este pueblo celta. al poco tiempo, le dio al rey dos hijas.
Cuando Prasutagus murió en
el año 60, una parte de su herencia se destinó
a sus hijas, para asegurar su dote, y el resto
-según el convenio con Roma- lo dejó al
emperador, quien en ese momento era Nerón.
Boadicea quedó como reina regente y guardiana de
la herencia de sus hijas.
Sin embargo los romanos no aceptaron la herencia
de Prasutagus, pues deseaban la totalidad de sus
bienes incluyendo sus tierras. Pocos días
después de la muerte del rey, los enviados del
produrador romano en Britania, Catus Decianus,
atacaron a los iceni con soldados romanos,
expulsaron a sus nobles de sus tierras,
humillaron a sus familias y los vendieron como
esclavos. Tras apropiarse de las riquezas de los
iceni, los romanos exigieron el "pago"
de las deudas para con la corte romana.
Boadicea y sus hijas flageladas y humilladas por los romanos
Como todo había sido dado en propiedad a Nerón,
los iceni no pudieron pagar las exigencias de sus
conquistadores. Boadicea fue tomada como
responsable de las cuentas, y los romanos
desearon poner un ejemplo con ella. Fue desnudada
en público y flagelada, y sus dos hijas fueron
violadas por los legionarios.
Tras el ataque, Boadicea
recobró a sus hijas y regresó con su gente.
Humillada y furiosa, convocó a la guerra a todos
lo que quisieran unirse a ella. La noticia de la
desgracia de los iceni se difundió rápidamente,
y muchas tribus rebeldes que estaban dispersadas
y divididas por viejas rencillas, se alistaron bajo su mando.
Así logró reunir a más de cien mil guerreros,
hombres y mujeres que habían sufrido bajo la
dominación romana. Los guió entonces hacia la
colonia de oficiales imperiales en Camulodunum, y
con la ayuda de los rebeldes que habitaban en el
lugar inició el ataque. La batalla duró varios
días, y algunos romanos lograron escapar y dar
la voz de alarma en Londinium (actual Londres).
Catus Decianus envió como refuerzo a solamente
doscientos hombres, que fueron vencidos
rápidamente por las fuerzas de Boadicea. Por fin
los sublevados lograron derrotar a los que se
defendían atrincherados en uno de los templos.
Camulodunum fue completamente destruída y sus habitantes asesinados.
Para responder a este ataque la IX Legión
Hispana, dirigida por Petilius Cerialis, fue
despachada hacia los restos de Camulodunum desde
su campamento ochenta kilómetros al norte. Sin
embargo sus cinco mil hombres fueron emboscados,
los soldados de infantería hallaron su fin ante
las espadas de las tropas de Boadicea, y
Petilius, junto con lo que quedaba de la
caballería se replegaron al norte. Así la
rebelión continuó, y bajo el liderazgo de la
reina de los iceni se dirigieron a Londinium.
La actriz galesa Siân Phillips interpretó a Boadicea
en la serie de televisión Warrior Queen (1978)
Ante las noticias de la marcha de los rebeldes el
procurador Decianus abandonó la ciudad junto con
todo su personal, dejando a Bretaña sin
administración. El gobernador Suetonius
Paulinus, que se encontraba en el sur
exterminando poblados rebeldes, regresó con
rapidez a Londinium con sus tropas. Inspeccionó
las fortificaciones de Londinium y pronto se dió
cuenta de que no podría ser defendida, y a pesar
de los ruegos de sus habitantes se retiró,
dejando a la ciudad a su suerte.
De esta manera Boadicea no encontró gran
resistencia al atacar Londinium. Sus guerreros
capturaron a los nobles romanos y los torturaron.
La ciudad entera fue derribada e incenciada.
Boadicea dejó las ruinas de Londinium y se
dirigió a Verulamiun, muchos de cuyos habitantes
huyeron de inmediato. Suetonius convocó la II
Legión Augusta, pero no llegaron a tiempo para
defender la ciudad. Verulamiun fue arrasada como las otras ciudades.
Había llegado el momento
en que Boadicea se enfrentaría directamente al
gobernador Suetonius. Pero este no era un
burócrata débil como el procurador, sino un
militar entrenado y con experiencia. En el lugar
de la batalla (que no se sabe a ciencia cierta
dónde tuvo lugar) los romanos organizaron sus
legiones. Eran diez mil en total, y a pesar de
ser grandemente superados en número su estrategia era superior.
Según los historiadores
romanos Boadicea estuvo al frente de su ejército
en esta batalla, vestida con su tartana, cansada
y herida, pero decidida y armada. Muchos de los
rebeldes luchaban desnudos según su costumbre,
su piel pintada de azul y blandiendo lanzas y
espadas. Mas la astucia de los romanos
prevaleció, y el ejército de Boadicea fue
diezmado por las jabalinas de sus enemigos. Tras
esto siguieron los soldados de infantería, y por
fin los rebeldes fueron rodeados por la caballería romana.
Estatua de Boadicea y sus hijas en Londres, obra de Thomas Thornycroft
Algunos rebeldes lograron
escapar, y en los años siguientes continuaron
las escaramuzas contra los romanos vencedores.
Boadicea escapó también, pero sabía lo que
sería de ellas si fuera capturada: Sería el
trofeo de Suetonius en su marcha triunfal en Roma
y sufriría violaciones y torturas antes de morir
en el circo romano. Sabía también que ni ella
ni sus hijas podían esperar clemencia del emperador Nerón.
Boadicea puso fin a su propia vida por medio del
veneno. Los fieles seguidores que la acompañaron
hasta el final le dieron un funeral digno de una
reina y una heroína. Pero el lugar de su
sepultura permaneció en secreto, para evitar su
profanación por los romanos y para que quedara
como símbolo de la resistencia contra los invasores.
