1ª parte
Esta gran novelista alemana, cuyo verdadero nombre era Netty Reiling, nació el 19 de noviembre de 1900 en Mainz (en la región de Rheinhessenen), en el
seno de una familia judía acomodada. En esta
ciudad pasó sus primeros diecinueve años.
Sus padres fomentaron en ella desde muy tempraño el interés por el arte y la literatura. Johann Schiller, Heinrich Heine, las leyendas y los
cuentos tradicionales eran un tema habitual de
conversación en la familia. A esto, ella
añadió su pasión por Dostoyevski, palpabale en
la descripción de los personajes de sus novelas,
sujetos confusos, atormentados y angustiados por la vida que arrastran.
Anna Seghers con su madre
Anna Seghers en su época de estudiante
En 1919 se matriculó en la Universidad de Heidelberg, donde estudió Historia del Arte y Sinología. En 1924 se doctoró con un trabajo sobre los judíos y el
judaísmo en la obra del pintor Rembrandt.
Estudió también en la Universidad de Colonia,
donde hizo un curso práctico en el Museo de Arte Asiático.
El pseudónimo de Anna Seghers procede del pintor holandés del siglo XVII Hercules Seghers. Comenzó a usarlo como parte de la ficción de uno de sus primeros
trabajos, un historia corta en la que el
protagonista era un capitán de barco holandés
llamado Jan Seghers, y ella cuenta la historia
como si fuera su propia nieta, Anna Seghers. A
partir de ahí usará este nombre el resto de su vida.
Anna Seghers con sus hijos Peter y Ruth
En Heidelberg frecuentó los círculos de los exiliados políticos de Europa Oriental, y conoció al sociólogo comunista húngaro, Lászlo Radványi,
con quien se casó en 1925. Al año siguiente se
instaló con él en Berlín, donde Laszlo
dirigía la Escuela Marxista de Trabajadores
(MASCH). Tuvieron dos hijos, Peter que nació en
1926 y Ruth en 1928. En cualquier caso, la
familia no fue nunca un motivo literario en su obra.
En 1928 publicó su primer libro, La revuelta de los pescadores de Santa Bárbara (Aufstand der Fischer von St. Barbara), sobre una revuelta de
pescadores bretones. En él ya trata el tema de
la necesidad de cooperar para luchar contra la
opresión y de como esa lucha da significado a la
vida. Por este libro ganó el prestigioso premio
Kleist. En 1934 se hizo en la URSS una
adaptación al cine dirigida por Erwin Piscator.
En ese mismo año (1928) ingresó en el Partido Comunista Alemán (el KPD). También se afilió a la Asociación de Escritores Revolucionarios. En 1930 viajó a la
Unión Soviética para participar en el Congreso
de la Unión Internacional de Escritores
Revolucionarios celebrada en Jarkov (Ucrania).
En 1933, tras la toma del poder por los nazis, fue detenida por la Gestapo, siendo puesta en libertad poco después. Antes de esto ya había sido amenazada por los
nazis, especialmente a raíz de la publicación
de su novela Los Compañeros (Die Gefährten, 1932), en la que atacaba al fascismo. Sus libros fueron prohibidos en Alemania.
Huyó con su marido a Suiza y de ahí a Francia, como tantos otros intelectuales, instalándose en París, donde pasaría la primera etapa de su largo exilio.
A diferencia de muchos compañeros de profesión, su producción literaria no sufrió a causa del exilio. Por el contrario, tuvo precisamente en este tiempo su
periodo creativo más destacado, tanto
cualitativa como cuantitativamente. En este
sentido es probable que la ayudase el hecho de
que la primera estación de su exilio fuera
Francia, país que amaba y cuya lengua dominaba perfectamente.
No obstante desde París hizo frecuentes viajes a otros lugares. Incluso se trasladó clandestinamente a Austria para documentarse sobre el levantamiento obrero
contra el régimen fascista de Dollfuss, sobre el
que escribirá la novela El camino
por febrero (Der Weg durch den Februar, 1934).
En esta novela describe cómo se va adquiriendo la conciencia de clase por los trabajadores, adormecida en un primer momento, y que despierta en la lucha
abierta contra los poderes reaccionarios. Hombres
y mujeres normales, sencillos, van desarrollando
no sólo una gran fuerza política, sino un
enorme potencial de resistencia. Esa fuerza de
los débiles cuando se unen en una causa común
sería una constante en su obra.
Desde la perspectiva de la novela se desprende que la responsabilidad de la derrota fue de la dirección del Partido Socialdemócrata
austriaco, que en el momento decisivo no supo o
no se atrevió a ponerse a la cabeza del movimiento.
Anna Seghers se dedica también en estos primeros años de exilio al estudio de las cuestiones estéticas y de teoría literaria. Hay que destacar su
controversia con Georg Lukacs sobre el realismo.
Ambos coinciden en el objetivo (dar a conocer la
realidad para transformarla), pero discrepan
sobre el método. Mientras Lukacs hace especial
hincapié en el momento racional de la
producción artística, Anna Seghers diseña los
elementos de una estética de la experiencia, en
cuyo centro está el concepto de la inmediatez de
la representación y el efecto.
Desde 1933 hasta 1935, junto a otros escritores, formó parte de la redacción de la revista mensual de literatura y crítica Neue Deutsche Blittler (Nuevas
Páginas Alemanas), que se editaba en Praga.
Ya en el primer número hacían una declaración contra los que abogaban por un esteticismo apolítico:
"No
existe la neutralidad. Para nadie. Sobre todo no
la hay para los escritores. Incluso el que calla
toma parte en la lucha. Quien asustado y
confundido por los acontecimientos se refugie en
su exilio interior, quien convierte el arma de la
palabra en un juguete o en mero adorno, quien,
aclarado, se resigne, se condena a sí mismo a la
esterilidad social"
En 1937 escribe El rescate (Die Rettung), donde relata la angustia de siete mineros atrapados a 700 metros de profundidad tras una
explosión de grisú, donde esperan la llegada de
auxilio. El protagonista, el picador Andreas
Bentsch, mantiene la esperanza frente al pánico
y la desesperación que les va invadiendo, hasta
que son rescatados. Pero sus problemas continuan
después del rescate. Ante el inminente cierre de
la mina, sus compañeros le piden consejo a
Bentsch , pero él no sabe qué hacer, se siente
impotente. Tras la detención de un amigo
comunista, finalmente Bentsch adquiere conciencia
de clase y pasa a la clandestinidad de la lucha revolucionaria.
A lo largo de
estos años Anna Seghers participó en diversos
congresos internacionales de escritores, y viajó
varias veces a España durante la Guerra Civil.
Cuando en 1940 las tropas alemanas invaden Francia, nuevamente tiene que huir. Su marido Laszlo fue internado en el campo de concentración de Le Vernet. Anna
escapó con sus hijos a la parte del sur de
Francia no ocupada por los nazis. Finalmente
consiguió que su marido fuera liberado, y la
familia pudo salir de Marsella en marzo de 1941.
Esta etapa constituye la base de su novela Tránsito, publicada en 1944.
Anna Seghers en México, arriba con su hija Ruth
Tras una huida accidentada a traves de varios países, entre ellos Estados Unidos, que se negaron a acogerlos, llegaron a México. Anna consiguió integrarse
perfectamente en el idioma y la cultura de este
país. Su marido encontró trabajo de profesor
universitario. Mexico ofreció asilo no sólo a
muchos exiliados políticos alemanes, sino que
también abrió sus fronteras a numerosos
intelectuales y artistas españoles y
latinoamericanos, y les permitió seguir luchando
contra el fascismo. Una evidencia de los
estrechos lazos que existieron entre refugiados
de orígenes tan diversos es la invitación a una
comida de bienvenida que Anna Seghers, recien
llegada, recibió de Pablo Neruda, entonces
Cónsul General de Chile en aquel país.
Estos contactos se convirtieron en amistad. Jorge Amado, el autor brasileño más importante del siglo XX, dijo que para Pablo Neruda y él mismo, Anna era como una
hermana: "Nadie poseyó en este mundo tanto
encanto y fantasía como Anna".
En México formó parte de la dirección del movimiento Alemania Libre y del Club Heinrich Heine, dedicándose durante esos siete años de exilio a la actividad
política y literaria, y reflexionando sobre la
futura identidad política y cultural de los alemanes.