2ª parte
En los ballets de
Kossloff destacaba una excelente bailarina
llamada Natacha Rambova, que en realidad se
llamaba Winifred Kimball y había nacido en Salt
Lake City. Era hija de un multimillonario y
había recibido una educación exquisita
encaminada a las Bellas Artes, la danza, la
decoración y el estilismo. Poseía una singular
belleza. Alla se sintió presa de aquella mirada
y de aquella maquiavélica sonrisa, con la
desagradable impresión de hallarse absolutamente
sometida a la voluntad de tan esotérica mujer.

Alla Nazimova junto a Charles
Chaplin (septiembre de 1919)
Su siguiente
proyecto era la película Aphrodite, basada en la
novela de Pierre Louys, en la que el lesbianismo
tendría un protagonismo supremo y donde ella
ejercía de productora e intérprete, controlando
todo el proceso creativo. Encargó a Theodore
Kossloff la creación de los trajes para la
película, mientras Natacha Rambova se encargaba
de los decorados y June Mathis del guión. Esta
formula se repetiría posteriormente.
Sin
embargo la película no llegó ni a estrenarse.
La censura la prohibió e hizo quemar los
centenares de bellos amores lésbicos que se
habían rodado en celuloide, perdiéndose para
siempre.
Había
llegado la hora que tanto temían: la posguerra
trajo un reaccionarismo aterrador, que devolvía
a las mujeres en general, a sus hogares, y a las
lesbianas en particular, a sus armarios
empotrados...


Alla Nazimova y Rodolfo
Valentino en Camille (1921)
A continuación prepara la quintaesencia del
art-deco, Camille
(1921), adaptación de la obra La
dama de las camelias de A. Dumas (hijo), con una Rambova preparando
hipersofisticados decorados megavanguardistas,
con dibujos curvilíneos como doble homenaje a la
camelia y a la mujer, y con un elegante y
decadente Rodolfo Valentino, que venía de filmar
Los cuatro Jinetes del
Apocalipsis.
Rambova
intimó con Valentino, invitándole a sesiones de
espiritismo y ayudándole en tareas de
maquillaje, para disimular su labio inferior
partido y resaltar su belleza latina. Mientras
tanto, los escándalos sexuales se sucedían en
Hollywood: Charles Chaplin y sus pasiones
pedófilas, las orgías de Clara Bow, el
asesinato de una menor a manos de Fatty Arbuckle
al introducirle una botella en la vagina.....
Nadie se hallaba seguro en Hollywood con la
cruzada por la decencia y las buenas costumbres.
Entre
opiáceos, cigarrillos de cocaína y vodka,
Nazimova entretenía a sus invitados e invitadas
interpretando canciones rusas, al violín, o al
piano, mientras ponía fin a su contrato con la
Metro y mientras los críticos escribían que Camille "era una obsesiva sucesión de imágenes
hipnotizadoras, lenta y extraña". No iban
desencaminados: Rambova y Nazimova se pasaron
todo el rodaje amándose y "viajando"
al país de las amapolas del opio.
Pero
para Alla una mujer no era suficiente; necesitaba
estar rodeada de un harén..... un peligro para
el nuevo Hollywood, en el que las fustigadoras de
los vicios no descansaban ni de día y de noche.
La primera "caza de brujas" estaba
aflorando. Todos se casaban. Todas se casaban o
eran sospechosas de pertenecer al crimen
organizado, al bolchevismo, etc. Alguien
aconsejó a Alla que tantas amantes y su
enemistad con la poderosa Metro podían provocar
su deportación como extranjera "non
grata".
Derrotada,
tuvo que claudicar y organizarse su
"matrimonio blanco" con Charles Bryant,
gay discreto y viril que daría una apariencia de
"normalidad" a la fama de amazona de la
rusa con voz de harpa.


Alla Nazimova en Salomé (1923)
Aún
así ningún estudio quiso poner dinero para un
film con Nazimova, por lo que ella misma
financió, produjo, escribió, dirigió y
protagonizó su gran tributo a Oscar Wilde, la
adaptación de Salomé (1923), si bien su "marido" Charles
Bryant aparecía como director en los créditos.
Salomé es arte grandilocuente, la gran obra vanguardista
de Alla Nazimova, donde pudo dar rienda suelta
con entera libertad a su creatividad y a su
exceso. Decidió que todas las interpretaciones
fueran coreografiadas como una pantomima
ralentizada, adelantándose así 50 años al espectáculo Flowers, de Lindsay Kemp.
Natacha
Rambova alcanzó el delirio supremo en los
decorados y en un fastuoso vestuario inspirado en
el gran ilustrador Aubrey Beardsley. Todos eran
sabedores de que se estaba realizando una obra
maestra, de la que se necesitarían décadas para
ser gozada en plenitud, un magistral blanco y
negro, con toda la extrafina gama de grises,
pasados por los filtros más embellecedores, con
una luna llena omnipresente, que se torna violeta
ante la concentración de cortesanas,
interpretadas por hombres hermosamente
travestidos y maquillados por Rambova, y una luna
que se vuelve roja cuando se corta la cabeza a
Juan el Bautista.


Alla Nazimova en Salomé (1923)
Hay
que entornar los ojos para adivinar el movimiento
de los siete velos y contener la respiración
para percibir la sorda cadencia del oleaje de una
danza que es una gran oda a Oscar Wilde, en la
que Nazimova luce, entre otros, un tocado
cubierto de burbujas de cristal que se
tornasolaban cuando ella manifestaba emoción.
Se
rodaron dos finales: el primero, como en la obra
teatral, Salomé muere atravesada por las espadas
de los guardianes del tetrarca; la segunda, fue
una licencia que la misma Nazimova se tomó, y es
que al verla tan bella e irreal, los soldados se
negaban a matarla, teniendo que tomar ella un
sable y arquear su cuerpo hacia atrás para
hacerse el harakiri, algo que, de haberla visto,
debió emocionar e inspirar al mismísimo Yukio
Mishima. También inspiró la gran coreografía
que Bob Fosse creó para Shirley McLaine en Sweet Charity, en la que ésta
emularía a Nazimova enroscándose en un árbol,
como la serpiente que tienta a Eva.

Alla Nazimova fotografiada
por Maurice Goldberg (1925)
La
película era una orquídea de invernadero de
decadente pasión..... pero solo para una
minoría de gente culta, de gays y lesbianas, no
para el tosco público estadounidense, educado en
la subcultura más galopante. Era 1923 y el
público parisino, berlinés o moscovita, hubiera
recibido ese film con la gran categoría que se
merecía. Pero los yanquis debieron considerar la
película una "mariconada" hecha por
una lesbiana resentida con los hombres.
Salomé, bella obra independiente, al ser condenada al
fracaso, hizo que ningún estudio requiriera a
Nazimova, por lo que ella volvió a los
escenarios teatrales. Su carrera cinematográfica
había periclitado, y tan sólo le ofrecían
pequeños papeles a bajo salario en la que se
autoparodiaba, llegando a utilizar una cabeza de
Halloween, a modo de cabeza de Juan el Bautista.

Con
problemas económicos, tuvo que vender "El
Jardín de Alla" a una nueva rica, que lo
convirtió en varios bungalows que serían
alquilados a las nuevas estrellas de Hollywood,
aunque Alla se reservaba en el contrato un
bungalow para ella. "El Jardín de
Alla" fue rebautizado añadiéndole una
"h" al final, lo que en inglés
significaba que Alla había perdido su jardín en
favor del dios islámico.
Luego
se fue a París, un mundo superlativamente más
libre y desprejuiciado que el de Hollywood o
Nueva York, y donde Mercedes de Acosta le
presentó a la sáfica sobrina de Oscar Wilde,
Dolly, y ambas se hicieron muy amigas.
En
EEUU seguían los escándalos. El 30 de
Septiembre de 1926 se representaba en el Empire
Theatre de Broadway la obra La cautiva de Edouard
Bourdet, y cuando las autoridades advirtieron que
había ligeras insinuaciones lésbicas en la
obra, la policía hizo acto de presencia en el
escenario, llevándose esposada y a la cárcel
por escándalo público, a la protagonista, Helen
Menken, por entonces casada con Humphrey Bogart.
Hubo redada general en todos los teatros
neoyorkinos en los que se representaban obras
pecaminosas, como El
Dios de la venganza y Casa de viudos,
ambas de George B. Shaw, e incluso la ascendente
Mae West fue encarcelada.
Como
un preludio de la Gestapo alemana, el magistrado
del Tribunal Supremo de Nueva York declaró que
"el escenario no es lugar donde retratar
emociones humanas inmorales",
endureciéndose el código de censura para
prohibir "todas las obras que tratasen de
degeneración o perversión sexual".

Alla
se sintió bastante asqueada y con unos grandes
deseos de vivir en París o volver a su país,
pero era consciente de que en EEUU, al menos era
una grande del teatro, mientras que en París su
francés chocaba por el fuerte acento germánico,
y su propia lengua rusa se había contaminado, lo
que la relegaría, tanto en París como en
Moscú, a encasillarse en papeles de extranjera.
De
su país le llegaban noticias del cine
vanguardista frente a la carroña industrial que
se hacía en Hollywood. Nombres como Lev
Kulechov, Dziga Vertov, Vsevolod Pudovkin o
Sergei Eisenstein aportaban una nueva forma audaz
y rompedora de entender el séptimo arte.
También de Alemania, donde el expresionismo tuvo
su gran época gracias a cineastan como Murnau,
G.W. Pabst, Wegener o Fritz Lang, y obras como Nosferatu, El Gabinete del Dr Caligari, Los crímenes del Dr. Mabuse o Metropolis. Los escenarios alemanes también se estaban
revolucionando, con Max Reinhardt a la cabeza, y
se presentan obras abiertamente lésbicas sin que
las actrices acabaran en la cárcel, como
sucedía en Nueva York.
Nazimova
se dedicó casi exclusivamente al teatro: Fedra,
Yokasta, Electra y todo el repertorio de Chéjov
e Ibsen, con excelentes y grandilocuentes
críticas. En la década de los 30 una nueva
oleada de actrices invadió Hollywood, la
mayoría de las cuales veneraban a Nazimova
porque compartían con ella un lenguaje y un
código secreto de vergél de violetas, y la
visitaban a su camerino o a su bungalow,
rindiéndole pleitesía, regalos valiosos y hasta
favores sexuales. En 1931 Greta
Garbo, que se hallaba en Nueva York, fue varias veces a
verla en El luto de Electra,
pero no se atrevió a visitar a la que muchos
consideraban como "la actriz más grande del
mundo". Lo contrario de Natacha Rambova, que
la visitó hasta el final de sus días, o
Tallulah Bankhead, que a ojos de la rusa se
hallaba revestida de una especie de belleza
bárbara. Aunque su ordinariez la desconcertaba,
la encontraba superlativamente carnal. La
menopausia había entrado en Alla justo cuando le
gustaban las mujeres más jóvenes.
Una
noche, tras una función teatral, Nazimova
recibió a Marlene
Dietrich, un icono expresionista y sáfico por la que
sintió quemarse en su abrazol. Pero la
delicadeza acabó metamorfoseada, pues a Marlene
le entusiasmaba interpretar su papel favorito, el
de barriobajera presidiaria que arrancaba las
bragas de encaje y blondas de Alla a mordiscos
animalizados, renunciando a su deidad y haciendo
sonrojar a la eslava. No obstante, Marlene le
traía información de primera mano, hablándole
de la nueva y terrible situación alemana, donde
tras la llamada "noche de los cuchillos
largos", miles de homosexuales habían sido
enviados, con el triángulo rosa cosido a sus
harapientas ropas, a campos de exterminio.

Alla
Nazimova y Gloria Graham en Escape (1941)
En
sus últimos años también realizó alguna
excursión al cine, animada por su incondicional
George Cukor, como en Escape (1941), uno de los primeros films anti-nazis de
Hollywood y en el que interpretaba a una actriz
que, por subversiva, acaba en un campo de
concentración. Por primera vez el público no
adicto al teatro escuchaba esa voz de arpa capaz
de congelar la respiración y rasgar los
silencios como un cuchillo.
Por
esa época, estaba predispuesta a llevar a los
escenarios la vida de su ex-amiga y amante Emma
Goldman, fallecida recientemente, pero ningún
empresario tuvo el valor de financiar un bello
drama libertario de una mujer que ni tan siquiera
había nacido en EEUU.
Aceptó
el papel de madre del torero en la nueva versión
de la novela de Blasco Ibañez Sangre y Arena (1941), film que
fue el despegue de Rita Hayworth en Hollywood.
Todo el mundo destacó la interpretación de
Nazimova (ya sin Alla) como muy superior al resto
de los actores. El método Stanislavsky estaba
entrando con fuerza.
Los
últimos años los vivió con su compañera Dolly,
a la que llamaba Doodie, interpretando venerables
ancianas o patricias aristocráticas, viviendo
sin lujos pero sin privaciones, mientras jóvenes
como Lee Strasberg le pedían opinión para
mejorar sus montajes teatales, como último
eslabón con el maestro Stanislavsky.

Noticia del fallecimiento de
Alla Nazimova aparecida en un periódico
El
13 de Julio de 1945 llegó el final. Una
trombosis arterial se llevó para siempre a Alla
Nazimova. Fue enterrada en el cementerio de
Forest Lawn, y en la lápida sólo pone NAZIMOVA.
Nunca faltan violetas en su tumba, porque durante
décadas esas flores fueron el símbolo que Safo y
sus chicas llevaron a la isla de Lesbos y la
actriz rusa las adoró porque tenían el color de sus ojos.