Alexandra
Kollontai fue una revolucionaria de primer orden.
Fue la primera mujer que participó en un
gobierno y la primera en ejercer la función de
representante de su país en el extranjero. Pero
destaca, sobre todo, por haber sido una de las
figuras más importantes de la revolución rusa y
por su aportación teórica y práctica a la
lucha inseparable por el socialismo y la igualdad de la mujer.
Nació
en el 1872 en San Petersburgo, en el marco de una
familia bastante liberal, pero que no le dejó ir
a la escuela para no encontrarse con malas
influencias. Fue educada por un instructor
particular. Casada contra la voluntad de sus
padres y divorciada de muy joven, empezó a
interesarse por el estudio del marxismo. Después
de haber estudiado historia del trabajo en
Zurich, volvió a Rusia en 1899 y se afilió al Partido Social-Demócrata.
    
En
1903 se celebró el II Congreso del Partido
Social-Demócrata ruso, donde una discusión
sobre qué tipo de partido debía construirse dio
lugar a la escisión entre bolcheviques y
mencheviques. Kollontai decidió no decantarse
por ningún grupo, ofreciendo su colaboración a
ambos. En 1905 presenció la matanza de obreros
en la manifestación frente al Palacio de
Invierno. A partir del Domingo
Sangriento se desarrolló la agitación
revolucionaria por toda Rusia y aparecieron los
primeros soviets o asambleas de trabajadores.
Kollontai trabajó escribiendo artículos y
organizando a las trabajadoras rusas. Tuvo que
exiliarse de Rusia tras la publicación del
panfleto Finlandia y el socialismo, donde animaba a los finlandeses a sublevarse contra las autoridades rusas.
Viajó por Europa y militó en el Partido
Socialdemócrata de Alemania, donde entró en contacto con Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, el Partido Laborista inglés, el Partido Socialista belga y el Partido Socialista
francés, donde hizo propaganda contra el
militarismo y organizó una huelga de amas de
casa contra el coste de la vida.
Kollontai
se opuso activamente a la Primera Guerra Mundial.
Se implicó en la preparación de la Conferencia
de Zimmerwald en 1915, donde participaron 38
delegados de 12 países involucrados en la
guerra. Coincidió con la postura revolucionaria
de los bolcheviques y se unió a ellos. En el
1916 escribió el folleto ¿A quién
beneficia la guerra?
Durante
dos años permaneció en Estados Unidos, invitada
por el Partido Socialista norteamericano y dio
conferencias y mítines, en inglés, alemán y
ruso, en más de 80 ciudades explicando las
razones para oponerse a la guerra.

La revolución de
octubre
Mientras,
en Rusia empezaron una serie de huelgas y
manifestaciones de trabajadores, así como
amotinamientos de los soldados que desembocaron
en una revolución que derrumbó el Imperio
zarista en febrero de 1917. Alexandra volvió a
Rusia donde fue elegida miembro del comité
ejecutivo del reorganizado Soviet de Petrogrado,
junto con los compañeros bolcheviques
Shliapnikov y Molotov. Más tarde, tras la
llegada de Siberia, se unieron Kamenev y Stalin.
Estos dos impulsaron una política a favor de
conservar la revolución burguesa ante la
oposición de Shliapnikov y Kollontai, que veían
a los soviets como órganos para la toma del
poder. Al llegar Lenin a Rusia, éste se puso al
lado de Kollontai y reclamó todo el poder para
los soviets en sus Tesis de abril, y lograron
convencer a la dirección del Partido Bolchevique.
En
julio se celebró el VI Congreso del Partido
donde se escogieron los miembros del Comité
Central, entre ellos Kollontai. El 10 de octubre
el Comité Central votó a favor de la
insurrección y el 25 tuvo lugar la toma del
Palacio de Invierno que instauró las bases para
un estado obrero. En el nuevo gobierno, Kollontai
fue elegida Comisaria del Pueblo para la
Asistencia Pública. Con la revolución rusa se
alcanzó una igualdad política, económica y
sexual entre mujeres y hombres y, con ella, se
establecieron las bases para una igualdad real
entre sexos. Las mujeres consiguieron el pleno
derecho al voto, las leyes civiles hicieron del
matrimonio una relación voluntaria, eliminaron
la distinción entre hijos legítimos e
ilegítimos, igualaron los derechos laborales de
la mujer a los del hombre, dieron el mismo
salario a las mujeres y un salario universal de maternidad.

En el
libro La mujer y la familia, 19
años después de la revolución, Trotski escribía:
La
revolución hizo un esfuerzo heroico por
destruir el llamado núcleo familiar, esa
arcaica y estancada institución en la
que la mujer de la clase trabajadora
lleva a cabo trabajos de esclavo desde la
infancia hasta la muerte
La
completa absorción de las tareas
domésticas por instituciones de la
sociedad socialista, uniendo todas las
generaciones en solidaridad y ayuda
mutua, tenía que llevar a la mujer, y
con ella a la pareja de enamorados, a una
real liberación de unas cadenas de mil
años de antigüedad. |
Así, la Rusia soviética
fue el primer país del mundo donde se
estableció total libertad de divorcio y donde el
aborto fue libre y gratuito. Para eliminar las
bases económicas de la familia tradicional se
establecieron una serie de decretos que abolieron
el derecho de herencia, de modo que las
propiedades de los ricos fallecidos pasaban al
estado y se invertían en transferir el trabajo
doméstico a las instituciones públicas: casas
de maternidad, guarderías, parvularios,
escuelas, comedores populares, lavanderías
populares, centros de reparación de ropa, etc.,
que ayudaron a la mujer a librarse de las tareas
tradicionalmente asignadas a ella.
El Zhenotdel
Una
vez la situación legal de las mujeres se había
igualado a la de los hombres, hacía falta
alcanzar una igualdad real y diaria. Por ese
motivo, los bolcheviques lanzaron una campaña de
movilización política de las mujeres, pues la
mayoría seguían desarrollando los roles
tradicionales. En noviembre de 1917 tuvo lugar la
primera conferencia de mujeres impulsada por el
partido y en noviembre de 1918 se celebró el
primer Congreso de Mujeres Trabajadoras de toda
Rusia. El congreso fue organizado, entre otras
compañeras, por Alexandra Kollontai, quien
realizó algunos de los discursos más
importantes.

Se
decidió la creación de comisiones para la
agitación y la propaganda entre mujeres
trabajadoras, que más tarde se convertiría en
el Departamento de Mujeres del Partido o
Zhenotdel. Los métodos políticos que tenía que
desarrollar el Zhenotdel fueron diseñados por
Kollontai, quien veía que la misma opresión que
sufrían las mujeres llevaba a su falta de
implicación en la vida política. Kollontai
propuso que la manera de atraer a las mujeres era
involucrarlas en proyectos sociales. El Zhenotdel
también movilizó a las mujeres a participar en
trabajos de soporte en la guerra civil. Pero una
de sus tareas más importantes fue luchar contra
el analfabetismo mediante la educación de las mujeres.
El
Zhenotdel tenía un periódico mensual propio,
Kommunistka (Mujer Comunista) que en 1921
imprimía 30.000 ejemplares. En su grupo
editorial se encontraban Bujarin, Inessa Armand y Kollontai.
La nueva mujer y la
moral sexual
Kollontai
dedicó muchos esfuerzos a la lucha por la
liberación de las mujeres trabajadoras rusas.
Ella creía que la nueva sociedad y la igualdad
entre los sexos se conseguiría no sólo con la
transformación de las bases económicas que
producen las desigualdades, sino también con un
cambio en las relaciones sexuales entre las
personas. Alejándose políticamente de sus
compañeros de partido, llamó a una revolución
cultural que transformase las relaciones interpersonales.
Con
el fin de acabar con los males de la antigua
sociedad (soledad, incomunicación, desigualdad,
instinto de propiedad y doble moralidad sexual)
Kollontai propuso una nueva forma de vida basada
en el amor y el compañerismo. En ese sentido
formuló la teoría llamada del vaso de
agua, invitando a las mujeres a consumir la
sexualidad como un vaso de agua, rompiendo así
con las viejas relaciones sexuales que
perpetuaban la opresión de la mujer. Admitió
todo tipo de unión por amor, a excepción de
existir peligro para la salud y a excepción de
la prostitución en todas sus variantes.
Entre los escritos más
importantes de A. Kollontai están: Los
fundamentos sociales de la cuestión
femenina, La sociedad y la
maternidad o Autobiografía de una
mujer sexualmente emancipada.

Contrarrevolución
La
emancipación de las mujeres que vivían en un
país poco desarrollado no era fácil y las
condiciones del comunismo de guerra empeoraron la
situación. Creció el desempleo y las mujeres
fueron las más perjudicadas. Poco a poco, las
conquistas de la revolución se fueron
desvaneciendo. La aparición del estalinismo
significó la vuelta al papel tradicional de la
mujer, con una política conservadora de
exaltación de la familia y la procreación
privada. La homosexualidad fue criminalizada en
1934 y se lanzó una campaña contra la
promiscuidad sexual y el adulterio. La maternidad
se convirtió en un tema central de propaganda y
en el 1936 se ilegalizó el aborto salvo en casos extremos.
En
1943 se introdujo la educación separada para
chicas y chicos. En el 1944 se penalizó el
divorcio con sanciones económicas impagables
para la mayoría. Desgraciadamente, la sumisión
de las mujeres fue sólo uno de los aspectos de
la contrarrevolución estalinista. Kollontai, que
murió en 1952 en Moscú, no podía impedir estos
retrocesos. No obstante, había hecho una
contribución enorme al hacer de la liberación
de las mujeres y las cuestiones de la sexualidad
elementos centrales de la revolución socialista.
Por esto, es una inspiración total para los y
las revolucionarias de hoy.